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"Gandalf, the Wizard" Johan de Meij. Por Jesús Morata

Actualizado: 10 oct 2019


La obra elegida para hoy es el primer movimiento de la Sinfonía Nº1 El Señor de los Anillos, estrenada en 1987 e inspirada en el libro de J. R. R. Tolkien, obra magna dentro de la literatura fantástica que ha fascinado a millones de lectores durante su infancia y adolescencia, entre ellos, uno que les escribe desde este rincón de la red de redes.

Quien conozca la trama de esta épica historia podrá generar en su mente las principales escenas y personajes si es capaz de abrir la puerta a su imaginación durante la escucha de la pieza. Personajes como Gandalf, protagonista del movimiento que estamos escuchando, quedan perfectamente plasmados en muchas de las melodías y los acordes.


Sin ser conocedores de los más elementales rudimentos de la armonía o el contrapunto somos capaces de captar la idea que el prolífico compositor holandés nos quiere transmitir. Su música nos evoca todos los atributos de este viejo barbudo venido del más allá: magia, grandeza, sabiduría, bondad, elegancia, poder...


Gandalf ante Frodo y Sam. Portada de la película de animación de Bakshi (1978)

Debemos recordar que la música es un lenguaje, con un código normativo y representativo y que como tal, cuenta con todos los elementos básicos de la comunicación (canal, emisor, receptor, código...). Saber apreciar una obra o no dependerá de nuestro entrenamiento y nuestra capacidad para saber descifrar aquello que el compositor nos quiere comunicar.


Pero el verdadero motivo de haber elegido no es el de hablar de este compositor y su obra, sino el de dar a conocer la música de banda, harto denostada y relegada a un segundo plano.


Me atrevería a pensar que, en ninguna o en muy contadas ocasiones habréis sido testigos de la sonoridad y belleza de una agrupación como la que os presento en esta entrada.


La agrupación no es otra que una banda de viento sinfónica, que a diferencia de una orquesta clásica sinfónica dispone de una organología donde los instrumentos de viento, tanto metales como maderas, son el grueso del conjunto, en detrimento de los instrumentos de cuerda frotada, hasta el punto que violines y violas, tan esenciales en la orquesta, no tienen cabida en este tipo de conjunto.

Esquema de la orquesta sinfónica clásica

Para explicarle a un niño la diferencia bastaría con pedirle que se fijara en el primer semicírculo frente al director. Si no es capaz de ver ningún violín ni viola, estará ante una banda sinfónica de viento.


Importante matizar que el apellido "sinfónica" es esencial para referenciar al conjunto musical que hoy tratamos, ya que existen numerosos tipos de bandas de viento (de semana santa, militares, de metales...). Con el calificativo de "sinfónica" especificamos su función principal, que no es otra que la de dar conciertos, aunque también pueda desempeñar otras como desfilar en procesiones o actuar en corridas de toros o pasacalles.


Las diferencias entre orquesta y banda son tan grandes que si entráramos en aspectos de sonoridad, timbre, estilo, técnicas de composición,... el tema bien merecería un profundo estudio digno de una tesis doctoral.


Digamos que la vida sinfónica de la banda de viento es muy corta, pues este tipo de conjunto tiene su origen en la música militar, marcial y de desfile. Se podría considerar que es un estilo todavía en pañales en lo que a música concertística se refiere.

Esquema de la banda sinfónica de viento

Por ello es que en importancia dentro del panorama musical culto, la balanza se decanta totalmente del lado de la orquesta clásica. No, nunca veréis un concierto de Navidad por televisión interpretado por una banda sinfónica de viento, ni tampoco a un director de este tipo de agrupación cobrando los 4,5 millones de euros que Lorin Maazel cobró en sus primeros tres años a cargo de la Sinfónica de Valencia.

Lorin Maazel

Recurriendo al siempre ordinario pero efectivo símil futbolístico, en el panorama musical intelectual las orquestas clásicas, ya sean de mayor o menor relevancia, son comparables a los equipos de fútbol, que también los hay más modestos y más opulentos, mientras que las bandas de viento son comparables a equipos de deportes menores como el fútbol sala, deporte que atrae a un número de seguidores ínfimo en comparación, y más focalizado geográficamente en zonas donde la tradición existe.


Imposible para la banda de viento, competir contra la agrupación musical para la que todas las grandes mentes de la música han compuesto sus obras, desde Corelli hasta John Williams, pasando por Bach, Mozart, Beethoven, Verdi, Tchaikovsky, Schoenberg ...


No obstante las bandas de música como hemos dicho anteriormente, conservan un fuerte arraigo en territorios repartidos por toda Europa y Norteamérica. Ejemplos como el del levante español, con la Comunidad Valenciana a la cabeza, junto a Galicia y Madrid, son los máximos estandartes nacionales, mientras que fuera de nuestras fronteras países como EEUU, Canadá, Holanda, Italia, Inglaterra o Alemania, también disfrutan de una sana y fiel afición por el género que hoy nos ocupa.

Concierto de la Banda Sinfónica de la Agrupación Musical Muleña en Úbeda (2015)

Quizá este hecho sea el que le aporte un valor cultural e identitario, casi folklórico. No hay más que ver esos pueblos valencianos o gallegos de a penas doscientos habitantes, con bandas de ochenta y noventa músicos. Es un tesoro heredado de padres y madres a hijos e hijas, y sólo quien ha pertenecido a una banda ha podido ser testigo del compañerismo y el sentimiento de confraternidad que se respira.


Por suerte el tesoro está a salvaguardado para muchas generaciones en dichos lugares. Solo el futuro dirá si este pequeño mundo dentro del universo musical podrá trascender a nuevas fronteras.

 
 
 

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